Espíritu y Palabra

Colección de pensamientos sobre la vida en general y la vida en el espíritu en particular, nacidas de la reflexión, la experiencia y la oración.

Ed Narcea, 133 p.
Autor: Maximiliano Calvo.
Primera Edición 1995, Tercera Edición 1997.

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Descripción

Pensamientos: Del número 203 al número 220

203
Bueno es que el corazón se goce con la luz que recibe los días de abundancia espiritual. Pero hay que hacer algo más: siguiendo el ejemplo de las hormigas, hay que estar prevenidos para cuando llegue la oscuridad del invierno.¿Cómo? Creciendo mientras tanto en la fe, porque, cuando hay que caminar en oscuridad, sólo la fe puede producir la luz que necesitamos.

204
¡Qué pena! A Jesucristo con frecuencia se le conoce y se letrata por fuera y desde fuera, es decir, se le estudia. Sin embargo, él no vino para ser en primer lugar objeto deestudio, sino como fuente de vida y de vida en abundancia (cf.Jn 10,10).

205
Como en el Reino de Dios no se usa el dinero, no hay falsificadores de billetes. Pero hay un tipo de falsificadores más peligrosos: los que hablan de Jesús por referencia sin haber compartido con él su corazón y su vida.

206
Aunque la cruz es la perfecta alegría y en la cruz está la luz en plenitud, no debemos abrazarla por lo que tiene de ale­gría o de luz, sino por lo que tiene de Jesús.

207
La alabanza y la adoración de los corazones puros son el incienso que perfuma el trono del Dios Altísimo.

208
El niño espiritual exclama ante la tribulación: «Padre, apar­ta de mí este cáliz», y ahí termina su oración. El discípulo maduro, por el contrario, sigue orando a ejemplo del Maestro: «pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieras tú» (Me 14,36).

209
Hablando del combate espiritual, miedo es el resultado de hacer recuento de mis recursos para pelear con el mundo, el demonio y la carne, en vez de vivir en la creencia de que «los que confían en Yahveh son como el monte Sión, que es inconmovible, estable para siempre» (Sal 125,1).

210
– Señor, si tuvieras la oportunidad de crear al hombre de nuevo, ¿te lo pensarías dos veces?
– Lo específico del amor no es pensar, sino obrar.

211
La unidad entre los discípulos de Jesús es verdadera a medida que nos encontramos en él por obra del Espíritu Santo. Sin embargo, cuántas veces esta unidad se mide por la coincidencia de intereses, que no es otra cosa que coin­cidencia de egoísmos.

212
A veces pensamos erróneamente que lo importante es hacer cosas para Dios en vez de hacer las cosas según Dios. Cuando obramos así nos puede pasar como a Nadab y Abihú, hermanos de Aarón: que la ofrenda se vuelva con­tra nosotros (cf. Lev 10,1-3).

213
«El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rm 5,5).
– ¿Cómo se explica, entonces, que sean tan débiles y escasas sus manifestaciones?
– Porque le pasa lo que a las corrientes de agua subterrá­neas: que no pueden salir a la superficie mientras no tienen vía libre por algún sitio.

214
La sabiduría de Dios es la sabiduría del amor, porque «Dios es amor» (1 Jn 4,8). Y ¿cómo es que intentamos entender la sabiduría de sus obras, cuando no somos capa­ces de entender el misterio de su amor?

215
Hay lágrimas que nacen del arrepentimiento y de la con­versión, de la humildad y del corazón herido de amor; pero hay otras, que nacen del orgullo y de la obstinación, del corazón rebosante de egoísmo y de la resistencia a la con­versión.

216
Los hombres nacidos de la carne viven un estilo de apa­rente libertad, que los lleva a la esclavitud y los convierte en hijos del diablo. Los nacidos del Espíritu viven bajo una aparente esclavitud, que los hace libres y los convierte en hijos de Dios.

217
A medida que nuestra identificación con Jesucristo se hace mayor, nuestra comunión con él en la cruz es más profunda y la experiencia de que compartimos el sufrimiento es mucho mas patente.

218
Para que tengas vida en el Espíritu tiene que estar en ti el Espíritu y tú estar sometido a él. ¿Sabes lo que pasa cuando, viviendo en la carne, se quiere aparentar que se vive en el Espíritu? Muy sencillo: se está haciendo teatro espiritual.

219
El Espíritu Santo es fuego que purifica; el fuego produce quemaduras y las quemaduras son dolorosas. ¿Podemos esperar que la purificación que obra el Espíritu en los hom­bres nos resulte agradable?

220
A veces se encuentran personas que viven angustiadas en su esfuerzo por salvarse, porque no son conscientes de que sólo Jesús salva. No estamos tratando con un verbo refle­xivo —yo me salvo, tú te salvas—, sino con una conjuga­ción pasiva —yo soy salvado, tú eres salvado—. Nuestro esfuerzo no debe ir dirigido a salvarnos, sino a dejarnos salvar.